El héroe fundador Egeo se trataba de una de las figuras fundadoras dentro de la mitología griega debido a su importancia en la fundación de Atenas.
Aunque este héroe no tuvo una reputación tan grande como la de su hijo Teseo, podemos encontrar referencias en el mundo contemporáneo a esta leyenda. Por ejemplo, el Mar Egeo tiene ese nombre debido a este héroe de la mitología griega.
Hoy vamos a desvelar la historia del héroe Egeo y de cómo sus actos unificaron Atenas y de las circunstancias que hicieron que tanto él y su descendencia ganaran la fama que a día de hoy aún mantienen.
Los orígenes del héroe Egeo de la mitología griega
En la mitología griega, el nombre de Egeo proviene de una palabra del etrusco, Aivas, y como ya hemos mencionado, fue una figura arcaica en el mito de la fundación de Atenas.
A Egeo se le conocía también como el “hombre-cabra” gracias a su capacidad de transformarse en este animal.
Egeo nación en Megara, en el istmo de Corinto, que era la ciudad a la que se había exiliado su padre tras una usurpación del trono de Atenas. A la muerte de este, Egeo y sus hermanos decidieron retomar Atenas, y expulsar a los usurpadores, repartiéndose el dominio sobre la región de Ática, y fue entonces cuando Egeo recibió Atenas por tratarse de la mejor región de la zona, dado que era el primogénito.
Con el tiempo, el héroe Egeo, según la mitología griega, no estaba dispuesto a cogobernar con sus hermanos, de manera que comenzó a conquistar el territorio repartido, unificándolo completamente bajo su mando.
Los intentos de Egeo de crear una descendencia
A pesar de que el héroe Egeo tuvo varias mujeres, ninguna de ellas le proporcionó descendencia y este era el motivo por el que comenzó a inquietarse y a sentir desconfianza.
Egeo estaba convencido de que, al no tener descendencia, sus hermanos ya en el exilio, verían esto como una debilidad que aprovechar para atacarle y tratar de robarle el trono de la región de Ática.
Una de las razones por las que el héroe Egeo creía que no tenía descendencia era debido a que no tenía un vínculo particularmente fuerte con la diosa Afrodita, y para ponerle remedio a esto, se embarcó en un viaje al oráculo de Delfos.
Este le dio una pista de lo que tenía que hacer, pero a Egeo le resultó confuso, puesto que el mensaje del oráculo era bastante místico. La pista era la siguiente: “No abras la boca de tu odre repleto de vino hasta que llegues a los más alto de Atenas”
Al embarcar el viaje de vuelta a Atenas, se detuvo en Trecén, y le comentó a su gobernante lo que el oráculo le había dicho. Este si logró entender el enigma.
Así pues, el gobernante de Trecén emborrachó a Egeo y lo hizo pasar una noche con su hija Etra. Cuando Egeo despertó al día siguiente y tomó consciencia de lo que había hecho, le dejó a Etra sus sandalias y su espada, y le dijo que si finalmente daba a luz a un heredero, este debía volver con esas sandalias y esa espada a Atenas, puesto que así lo reconocería.
Egeo y Medea en la mitología griega
Durante el viaje de retorno a Atenas, Egeo se encontró con Medea, una maga que había sido expulsada de su ciudad que iba buscando cobijo en Atenas.
Medea convenció a Egeo de que con sus pócimas y su magia, conseguiría darle la descendencia que tanto estaba buscando. Así pues, agradecido, Egeo juró sobre los dioses que Medea nunca sería expulsada de la ciudad de Atenas y que serían marido y mujer.
Así es como más adelante, nacería Medo, el hijo de ambos.
La guerra de Egeo contra Creta
Durante el reinado de Egeo, tras su llegada del oráculo de Delfos y su matrimonio con Medea, ocurrió un desastre.
El toro de Maratón, un poderoso animal, estaba asolando Creta, que se encontraba dentro de la región de Ática.
Casualmente, se celebraron unos juegos panatenaicos, una celebración griega en la que los guerreros iban a mostrar sus habilidades a la arena. Así pues, Egeo decidió que el campeón se enfrentaría al toro de Maratón.
De esta forma, Egeo envió al hijo del rey Minos de Creta, que resultó victorioso de los juegos, a luchar contra el toro de Maratón, pero desafortunadamente, la batalla finalizó con la muerte del campeón.
Furioso, el rey Minos comenzó a atacar la región, conquistando gran parte de la zona y aislando a la ciudad de Atenas. Egeo no tuvo más remedio que contactar con el oráculo de Delfos, que le aconsejó que cediera a las peticiones del rey Minos.
Así pues, Egeo debía mandar cada año a siete hombres y siete mujeres para alimentar a uno de los hijos monstruosos del rey Minos, el temido minotauro, que estaba encerrado en un laberinto construido por Dédalo.
Egeo y Teseo, la llegada del hijo pródigo
La situación para el héroe Egeo no era precisamente favorable. El toro de Maratón seguía causando estragos y el rey Minos seguía siendo hostil, a pesar de que sus ofrendas estaban siendo satisfechas.
Pero las cosas estaban a punto de cambiar: Teseo, el hijo que Egeo había tenido con Etra durante la borrachera que el oráculo le aconsejó, ya había alcanzado una edad suficiente como para tomar la espada y las sandalias que su padre, sin saberlo, le había legado.
Así pues, marchó a Atenas y se presentó ante Egeo y Medea. Esta, sospechaba de Teseo, puesto que además, ella tenía planes de que Medo, el hijo que tuvo con Egeo, sería el gobernante de la región una vez su marido muriera.
Medea convenció a Egeo de que Teseo era un impostor y un traidor, y de esta forma, lo enviaron a luchar contra el toro de Maratón.
Teseo salió victorioso de la batalla, y durante la celebración en Atenas, le mostró a su padre la espada y las sandalias que le había dejado durante aquella noche que lo concibió.
Egeo, perplejo, reconoció a Teseo como su heredero, expulsando a Medea de Atenas por haberle engañado y haber tratado de deshacerse de él, rompiendo así el juramento que le hizo años atrás.
La muerte de Egeo y el final de su leyenda
Cuando Teseo ya fue reconocido como el heredero, este se ofreció a ayudar a su padre con el asunto del rey Minos.
Teseo se incluiría en la siguiente ofrenda de los siete hombres y siete mujeres que irían a alimentar al minotauro.
Pero antes de partir, Egeo le pidió a su hijo que cuando volviera de Creta, cambiase las velas negras de los navíos por velas blancas, para así quedarse tranquilo y asegurarse de que Teseo había logrado la victoria. Con la promesa hecha, Teseo partió a por el minotauro.
Una vez Teseo accedió al laberinto, encontró y asesinó al minotauro, y cuando partió de vuelta a Atenas, se olvidó cambiar las velas del barco.
Egeo, que todos los días lo esperaba con ansia, al ver los barcos con las velas negras, asumió que su hijo Teseo había muerto. No pudo soportar la pena, y se lanzó al mar, suicidándose, donde, efectivamente, murió, dando así origen al nombre del Mar Egeo.
Se dice que, en honor a los deseos de su padre, Teseo vertió agua de una jarra en el mar. Y que cuando el dios Poseidón vio esto, hizo que una enorme ola surgiera del mar y lo bañara a él y a su caballo.
Teseo quedó asombrado y prometió casarse con la hija de Poseidón cuando fuera mayor de edad.