Aunque el mito de Teseo y el minotauro es la historia más conocida de este personaje de la mitología griega, las aventuras de este héroe no se limitaron únicamente a esta.
Por ejemplo, de entre las diferentes historias que podemos encontrar sobre él, veremos el mito de Teseo y Ariadna y la gran aventura que fue su viaje a Atenas para encontrarse con su padre, donde, al cabo de muchos años, Teseo fue rey de esta capital.
Pero no nos adelantemos a los acontecimientos. Primero, veamos cómo se forja el mito y descubramos quién era Teseo en la mitología griega.
El origen de Teseo y sus padres
Teseo era el hijo de Etra, pero no está muy claro quien fue su padre realmente, a diferencia de lo que si ocurre con otros héroes de la mitología griega.
Se supone que Etra, su madre tenía dos pretendientes: el rey Egeo de Atenas y Poseidón, el mismísimo dios del mar.
Sin embargo, el rey Egeo de Atenas, durante su periplo de vuelta del oráculo de Delfos, asumió que el niño era suyo y en los meses anteriores al nacimiento de Teseo le proporcionó unas instrucciones a Etra sobre el bebé.
El rey Egeo enterraría su espada y sus sandalias bajo una enorme roca y le encomendó a Etra que le pidiera a su hijo Teseo que, cuando llegara el momento, levantara el peñasco y tomara sus sandalias y su espada. Luego, Teseo debería embarcarse en un viaje a Atenas para encontrarse con su padre, donde lo reconocería y lo tomaría como heredero legítimo.
Tiempo después y antes de que Teseo naciera, el rey Egeo se marchó de nuevo a Atenas, dejando que fuera Etra la que lo criase en una pequeña ciudad conocida como Trecén y el joven Teseo finalmente acabó convirtiéndose en un hombre robusto y poderoso.
Etra se dio cuenta de que no podía seguir negándole a Teseo su propia herencia, así que lo condujo hasta la roca que ocultaba las pertenencias de Egeo. Le pidió que levantara la roca, así que él se agachó y tomó la gigantesca piedra.
La levantó con facilidad y la apartó sin apenas esfuerzos, para luego recoger las viejas sandalias y la espada que el rey Egeo le legó. Finalmente, su madre le dijo que debía ir a Atenas para encontrarse con su legítimo padre, el rey Egeo
El mito de Teseo: el viaje desde Trecén hasta Atenas
Una vez que Teseo decidió viajar a Atenas, tuvo que elegir una de las posibles rutas disponibles. En lugar de la tradicional ruta marítima, eligió la mucho más peligrosa ruta terrestre, habitada por bandidos y ladrones de todo tipo.
Sin embargo, Teseo no tenía ningún tipo de miedo por aquellos peligros y finalmente se puso en marcha, viajando sólo por el camino…
El mito de Teseo y Perifetes el Portamazas
A Teseo sólo le dio tiempo de viajar unas pocas millas hacia el interior antes de encontrarse con el primer bandido asalta caminos.
Su primer adversario era un hombre alto y musculoso que blandía un garrote hecho de algún tipo de metal brillante. El hombre armado se presentó como Perifetes el Portamazas.
Luego le explicó cómo pretendía golpear a Teseo en la cabeza con el amenazante garrote. Antes de que Perifetes pudiera atacar, Teseo elogió el garrote que portaba en sus manos y esto llamó la atención del bandido, que, orgulloso, afirmó que estaba hecho completamente de latón.
Así pues, Teseo vio una ventaja ante la ingenuidad de su adversario y le dijo que era completamente imposible que el garrote estuviera hecho de latón puro. En su lugar, le dijo que el garrote debía ser de madera y que sólo estaba envuelto en una lámina de latón.
Para demostrarla que esa acusación no era cierta, Perifetes se limitó a entregar el garrote a Teseo para que lo inspeccionara él mismo.
Así, en cuanto Teseo recibió el garrote, golpeó a Perifetes en la cabeza con el arma. El bandido cayó al instante al suelo y Teseo decidió guardar el garrote como trofeo por su primera victoria
El mito de Teseo y Esciro
No pasó mucho tiempo antes de que Teseo se encontrara con otro hombre con malas intenciones durante su camino a Atenas.
Esta vez se trataba de un hombre verdaderamente gigante que blandía una feroz hacha de combate. Estaba de pie junto al camino, cerca de unos altos acantilados conocidos como las rocas esciras, y afirmaba ser el dueño absoluto de la zona.
Su nombre era Esciro y cada vez que alguien transitaba por su zona, le exigía un peaje para poder pasar, que consistía en que el transeúnte debía lavarse los pies.
Teseo, curioso ante aquel extraño peaje, le preguntó cuáles eran las consecuencias de desobedecer a su orden. Esciro respondió que usaría su hacha de batalla para decapitarlo y tirarlo por los acantilados.
A parte de ello, molesto por haber encontrado a alguien con la osadía de preguntarle que qué pasaba si lo desobedecía, insultó a Teseo. Así pues, presintiendo la debilidad de Esciro, Teseo aceptó y comenzó a lavarle los pies.
Mientras se sentaba en el borde del acantilado para cumplir con el peaje, se asomó a la caída rocosa y vio una tremenda tortuga que esperaba en el agua, ansiosa.
Teseo se dio cuenta de que este bandido que le estaba amenazando se dedicaba a alimentar a la tortuga gigante con los cuerpos de los viajeros que no cumplían con el peaje.
Así pues, Teseo tomó la delantera y sujetó firmemente el pie del gigante y lo lanzó desde el acantilado, alimentando así a aquella monstruosa tortuga y dándole un poético final a Esciro.
El mito de Teseo y Sinis, el doblador de pinos
Más adelante en el camino, Teseo se encontró con un hombre que tenía un sorprendente parecido con Esciro.
Tan pronto como el hombre vio a Teseo, le pidió que le ayudara a doblar un pino y a sujetarlo al suelo. Se presentó como Sinis, el doblador de pinos, y ante Teseo, dobló fácilmente un pino adulto y esperó a que nuestro héroe viniera a ayudarle.
Una vez que Teseo tuvo un buen agarre del árbol, Sinis lo soltó y se alejó de un salto. Obviamente, esperaba que el árbol lanzara a Teseo como una catapulta, pero no estaba preparado para la prodigiosa fuerza de nuestro héroe.
En lugar de cuestionar la fuerza de Teseo, Sinis se agachó para inspeccionar el árbol desde un punto de vista más cercano. Supuso que el tronco del árbol se había roto, lo que explicaría por qué el joven Teseo podía sostenerlo por sí mismo.
Cuando se agachó, Teseo soltó el árbol, que se partió y dejó a Sinis inconsciente. Para acabar con Sinis, sujetó cuatro pinos y ató cada una de las extremidades de Sinis a cada uno de los árboles. Cuando lo hizo, soltó los cuatro pinos que partieron a Sinis por la mitad.
El mito de Teseo y Procustes
A estas alturas empezaba a oscurecer en el camino.
Teseo vio una estructura que parecía una posada iluminada y decidió acercarse allí para pasar la noche.
Se acercó a la casa y llamó a la puerta principal y pronto fue recibido por un hombre que se presentó como Procrustes. Al ver el aspecto fatigado de Teseo, le ofreció una cama mágica que se adaptaba a la medida del ocupante, a pesar de que está medía 2 metros de largo.
Afortunadamente, Teseo ya había oído hablar de esta magia y sabía que se trataba de una artimaña maligna. Aquella supuesta cama mágica podía hacerse a la medida de cualquiera, pero no de una forma precisamente agradable para su ocupante.
Procrustes sujetaría la persona a la cama y si era demasiado alta le cortaba las piernas para que encajara perfectamente. Si no eran lo suficientemente alta para ocupar la cama, les ataba los brazos y las piernas y comenzaría a tirar de ellos hasta que alcanzaran la longitud correcta de la cama.
Así pues, Teseo le siguió el juego y permitió que Procrustes lo llevara a la habitación donde estaba la cama, pero en cuanto entraron, Teseo obligó a Procrustes a subir a la tortuosa cama y le cortó las piernas.
Sin embargo, Teseo decidió no hacer sufrir a su anfitrión, de manera que para calmar el dolor de este, decidió cortarle la cabeza.
El retorno del Teseo a Atenas
Teseo continuó durante la noche y por la mañana había llegado a Atenas y recorrió las calles hasta llegar al palacio del rey Egeo.
En ese momento el rey Egeo estaba casado con una hechicera llamada Medea, quien había estado manipulando a Egeo y había tenido un presentimiento de que Teseo sería una amenaza para sus planes de futuro.
Cuando Teseo llegó, Medea intentó advertir a Egeo que el hombre que acababa de llegar no era quien decía ser y que quería matar al rey. Medea se ofreció a envenenar el vino de Teseo en el banquete de esa noche y Egeo aceptó.
En el banquete observó cómo Teseo estuvo a punto de beber el vino envenenado, pero en el último momento le apartó la copa, tirándosela al suelo. La razón era sencilla, Egeo había reconocido su antigua espada colgando de la cadera de Teseo y se dio cuenta de que su hijo había regresado.
Tanto el padre como el hijo se alegraron de la revelación y la hechicera Medea fue expulsada de Atenas por orden del rey.
Ahora que Teseo y su padre estaban reunidos, fueron felices durante mucho tiempo.
El mito de Teseo y el minotauro
Al cabo de un tiempo, llegó a Atenas un barco con una vela negra en su mástil, y Teseo, preocupado, le preguntó a su padre que qué significaba aquello.
Ante el silencio de su padre, Teseo se dirigió a donde el barco de vela negra había atracado en el puerto y habló con el capitán.
Al parecer, el rey de Creta estaba molesto porque su hijo mayor había muerto durante una batalla contra el Toro de Maratón, tambien conocido como el toro de creta. Esta batalla se dio debido a que el hijo del rey de Creta había ganado unos juegos como campeón y se había decretado que dicho campeón lucharía contra el toro.
El rey Minos no era de los que se tomaban esa ofensa a la ligera a pesar de lo accidental del suceso. Sospechaba que se trataba de un juego sucio hecho por Egeo, así que exigió que los atenienses le pagaran por la atrocidad de matar a su heredero.
A cambio, el rey Minos pidió un tributo de 14 jóvenes, hombres y mujeres, siete de cada sexo, que se entregarían al Minotauro cada año. Bajo el palacio del rey Minos había un inmenso laberinto construido por Dédalo y el Minotauro era una bestia mitad toro y mitad hombre que vivía en el laberinto.
Al oír hablar del Minotauro, Teseo volvió a su padre y le sugirió que viajara a Creta como una de las víctimas anuales, lo que le permitiría matar al Minotauro y cesar el tributo anual.
Egeo no quería que Teseo fuera porque temía que el Minotauro lo matara, pero Teseo quería ir para demostrar que era un verdadero héroe. Finalmente, Egeo accedió, pero sólo le permitiría viajar a Creta bajo la condición de que Teseo utilizara velas blancas en su viaje de vuelta si sobrevivía.
Esto permitiría a Teseo saber si había perdido a su hijo antes de que el barco atracara. Teseo aceptó y fue a ofrecerse como uno de los siete tributos masculinos.
Cuando el barco llegó a Creta, el rey estaba esperando para recibir a los tributos. Se acercó y pidió a cada uno de los catorce que se nombrara a sí mismo. Cuando llegó el momento de que Teseo se presentara, afirmó que no sólo era el príncipe de Atenas, sino también el hijo de Poseidón.
Minos reconoció que Teseo era hijo de Egeo, pero quiso burlarse del joven por pretender ser hijo de un dios. Se quitó el anillo, lo arrojó al océano y pidió a Teseo que demostrase si sus palabras eran verdad, sacando dicho anillo de las olas.
Teseo se sumergió en el agua y rezó a Poseidón y fue recibido con la visión de una ninfa llamada Tetis, la mujer del titán Océano. Ella no sólo le dio a Teseo el anillo que Minos había arrojado al mar, sino que también le dio una vieja corona. Cuando Teseo salió a la superficie y devolvió los objetos a Minos, el rey se limitó a reírse.
El mito de Teseo y Ariadna
Los tributos no se entregarían al Minotauro hasta el día siguiente y durante el resto del día, Teseo recibió la visita de Ariadna, la hija del rey, durante la noche.
Ella quería ayudar a Teseo a destruir al Minotauro, pero tenía una condición para su ayuda. Quería que Teseo la llevara de Creta a Atenas, donde se convertiría en su reina. Cuando Teseo aceptó felizmente la petición, la princesa le entregó un gran ovillo de hilo de seda.
Le dijo que le ayudaría a encontrar el camino de vuelta al principio del laberinto si ataba el extremo a una roca de la entrada y soltaba el hilo constantemente mientras viajaba.
A la mañana siguiente, los tributos fueron colocados en la entrada del laberinto y forzados a entrar. Antes de que los tributos se alejaran demasiado de la entrada, Teseo ató el extremo del hilo de seda a una roca y lo dejó.
La búsqueda del Minotauro de Teseo y el laberinto de Creta
Luego condujo al grupo a través del laberinto y finalmente encontraron en el centro al poderoso Minotauro.
Habían recorrido el laberinto tan rápidamente que el monstruo seguía dormido, así que Teseo saltó sobre la cabeza de la bestia y le arrancó uno de los cuernos.
La gigantesca monstruosidad se enfureció, pero Teseo siguió clavándole su propio cuerno. Después de ese ataque, se alejó corriendo del monstruo, se volvió hacia él y lanzó el cuerno cortado como si se tratase de una lanza.
Atravesó el cuello de la gran bestia pero esta siguió en pie, dirigiéndose a toda velocidad hacia Teseo con la intención de clavarle el cuerno que aún le quedaba.
Sin embargo, antes de alcanzarle, el Minotauro cayó muerto y desangrado por el cuerno que Teseo le había clavado en el cuello, logrando así la victoria sobre el monstruo.
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Con la criatura muerta ante los ojos de todos los tributos, éstos vitorearon y celebraron a Teseo como el héroe que era. Luego los condujo de vuelta a la entrada del laberinto utilizando el hilo de seda de la princesa.
En su huida, los tributos junto con la princesa Ariadna volvieron al barco de vela negra.
Partieron hacia Atenas, pero antes de volver a casa Teseo tuvo una visión del dios Dionisio mientras dormía. El dios le exigió a Teseo que no se casara con Ariadna y que la dejara en una isla antes de regresar a Atenas.
Teseo siguió la petición del dios, pero en su tristeza por la pérdida de su amor se olvidó de cambiar las velas negras por las blancas que había prometido a su padre.
Egeo, que esperaba a su hijo en lo alto de un acantilado mirando al mar con la esperanza de ver las velas blancas, vio en su lugar las velas negras y se lanzó a la muerte desde el acantilado.
Así, de manera indirecta, Teseo acabó con su padre de forma trágica, a pesar de haberse convertido en un héroe digno de la mitología griega.